Una reciente vulnerabilidad clasificada como crítica, identificada como CVE-2025-2082, ha encendido las alarmas en la comunidad de ciberseguridad enfocada en sistemas automotrices. El hallazgo fue realizado por investigadores de la firma Synacktiv, quienes durante su participación en la prestigiosa competición Pwn2Own Vancouver 2024 demostraron la posibilidad de ejecutar código arbitrario de forma remota en un Tesla Model 3, sin requerir ningún tipo de interacción por parte del conductor ni acceso físico al vehículo. La clave de este ataque reside en un componente aparentemente inofensivo pero siempre activo: el sistema de monitoreo de presión de neumáticos (TPMS, por sus siglas en inglés), utilizado para verificar el estado de inflado de los neumáticos en tiempo real. Lo que parecía una funcionalidad de confort y seguridad terminó siendo la puerta de entrada a un ataque sofisticado y silencioso, con consecuencias potencialmente catastróficas para la integridad del vehículo y la seguridad de sus ocupantes.
El problema reside en el módulo VCSEC (Vehicle Controller Secondary), responsable de gestionar funciones clave como el emparejamiento de sensores TPMS, el bloqueo de puertas y la autorización de arranque.
La vulnerabilidad es provocada por un desbordamiento de entero que ocurre al procesar mensajes de sensores TPMS durante su emparejamiento. Mediante una respuesta maliciosamente manipulada, un atacante puede provocar un fallo de validación de índices que permite escribir fuera de los límites de memoria. Esto abre la puerta a la ejecución de código arbitrario en un sistema directamente conectado al bus CAN del vehículo.
En términos prácticos, eso significa acceso a funciones como:
Aceleración y frenado.
Dirección asistida.
Desbloqueo del vehículo.
Desactivación de sistemas de seguridad.
Zero-click: el conductor no necesita hacer nada. El vehículo procesa automáticamente los datos de los sensores TPMS, permitiendo el ataque con solo estar dentro del alcance.
Sin autenticación: el proceso vulnerable no verifica adecuadamente la legitimidad del sensor, por lo que un atacante puede suplantarlo sin credenciales.
Ataque de proximidad: no se requiere acceso remoto a internet. Basta con estar cerca del automóvil, por ejemplo, en el mismo estacionamiento.
Permisos RWX en memoria: el módulo VCSEC tenía regiones de memoria que podían leerse, escribirse y ejecutarse, lo que facilitó la explotación y evasión de defensas modernas.
Aunque el ataque exige cercanía física, su impacto es severo. Un atacante podría tomar el control del vehículo, incluso poner en riesgo la vida del conductor mediante manipulación de funciones críticas. Además, abre la puerta a:
Robo sin llave ni interacción.
Acceso a datos sensibles del vehículo.
Compromiso completo de seguridad física y digital.
Esta es una muestra alarmante del nivel de exposición que pueden tener los sistemas conectados incluso cuando están aislados de la red pública.
Tesla solucionó el problema mediante una actualización de firmware distribuida OTA (Over-the-Air) en la versión 2024.14, publicada a finales de 2024. La compañía mantuvo en reserva los detalles técnicos hasta que el parche fue ampliamente desplegado, siguiendo el protocolo de divulgación responsable.
La única protección real es asegurarse de que el vehículo esté actualizado con la versión 2024.14 o superior. No existen mitigaciones manuales efectivas, ya que desactivar el TPMS comprometería funcionalidades esenciales del vehículo. Ante un ataque que no requiere interacción ni credenciales, el software actualizado es la única barrera entre el atacante y el control total del automóvil.